jueves, 26 de julio de 2018

Matrimonio y familia: ¡Dios no cambió de planes!

Matrimonio y familia: ¡Dios no cambió de planes!

casamento-e-familia-deus-nao-mudou-seus-planosEl divorcio fue legalizado en Brasil en 1977 y ya en 1984 se registraron 30.800 casos. En 1994, los números subieron a 94.100, con un incremento de 205,1 % en relación a 1984. Entre 1984 y 2014, sin embargo, el crecimiento llegó a 1.007 %.[1] Pero este cuadro solo es la punta del iceberg de un escenario todavía más tempestuoso y escuro.
Vivimos en los días de la posmodernidad que es absolutamente inmanente y materialista[2], reducida a una mera e ‘inofensiva’ religiosidad light[3] en que el análisis del contexto cultural es usado como criterio absoluto para escudriñar las Escrituras.[4] Ese tipo de interpretación silencia el texto bíblico y la experiencia personal del individuo se convierte en la base y la prueba de las vindicaciones de las Escrituras. Con textos fuera do contexto y lectura situacional de las Escrituras, los defensores justifican la teología feminista, la teología de la liberación[5] y hasta la Biblia gay.[6] Estos son solo algunos ejemplos de cómo las Escrituras son privadas de significado y sustituidas por la autoridad del propio lector.[7] Sin embargo, “significado no es nuestro pensamiento leído en el texto, sino la verdad objetiva de Dios leída en el texto”.[8]
El caldero filosófico de la posmodernidad es también denominado “postsexista”, “postnacionalista”, “postcapitalista” y “postsocialista”.[9] Pretendiendo ser la edad de la cultura y de la información, esta época se constituyó en una cultura de muerte. Muerte de la razón, muerte de la historia, muerte de la verdad absoluta y de la religión bíblica. y la cultura de la “babelización”, del hedonismo, del subjetivismo, del relativismo, del sexo libre, del anarquismo, del nihilismo, del orientalismo y del holismo. Esos ingredientes nefastos forman la cosmovisión neo panteísta que permea buena parte de la sociedad actual. En este escenario adverso emergen propuestas grotescas, tales como el poliamorismo o las relaciones poliafectivas, basadas en las premisas de la afectividad y de la pluralidad.[10]
La buena noticia es que Dios no cambió sus planes para el matrimonio y la familia. Él los instituyó en el Edén antes de la entrada del pecado. El Creador determinó el matrimonio monogámico, solamente entre un hombre y una mujer (Génesis 2:18, 24). Y a lo largo de la historia confirmó este propósito sagrado. El tiempo del diluvio fue de extrema corrupción y falta de respeto a la institución del matrimonio y de la familia (Génesis 6:5). Profundamente triste por la degradación humana y a fin de preservar una descendencia piadosa, Dios salvó solo a cuatro parejas de seres humanos en el arca (v. 6). Ellos eran temerosos de Dios y de matrimonios monogámicos (versículo 18).
El propósito divino para el matrimonio y la familia también fue evidenciado cuando Dios aprobó la actitud de Abraham al despedir a Agar, a fin de quedar solo con su esposa Sara (Génesis 21:12). A su vez, Jesús y los apóstoles sancionaron el modelo bíblico de familia en que el esposo tiene una sola esposa (Mateo 19:4, 5; Juan 2:1-12; 1 Timoteo 3:2, 12). Esa es una poderosa evidencia de que Dios no cambió sus planes para la familia. El sexo fuera del matrimonio continúa siendo pecado (Éxodo 20:14; Juan 8:11). Y a menos que se arrepientan, los adúlteros, los sodomitas y todos los demás que pervierten la sagrada institución del matrimonio y de la familia no entrarán en el reino de Dios (1 Corintios 6:9-11). Cristo advirtió que en los últimos días el ambiente moral sería tan depravado como en el tiempo de Noé (Mateo 24:37-40). ¿Sería por casualidad que en Apocalipsis 14:7 aparece la expresión “fuentes de las aguas” como alusión al juicio? Amigo, Dios instituyó su modelo de matrimonio y de familia para bendecir la humanidad. Por lo tanto: “Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas” (Apocalipsis 14:7).

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